Motivación en el trabajo

La motivación es aquello que impulsa a los individuos a intentar conseguir mediante acciones, el logro de algún objetivo; es decir, alcanzar metas, ya sean personales o a nivel corporativo.

Empleado contento

La motivación laboral consiste fundamentalmente en mantener culturas y valores corporativos que conduzcan a un alto desempeño, por esto es necesario pensar en qué puede hacer uno por estimular a los empleados y a los grupos a dar lo mejor de ellos mismos, en tal forma que favorezca tanto los intereses de la organización como los suyos propios. Las empresas que cuentan con plantillas motivadas son también las que presentan mejores números en la cuenta de resultados. Las personas que tienen una alta motivación suelen rendir más en sus trabajos, aprovechan mejor el tiempo y alcanzan con mayor facilidad los objetivos marcados por la empresa. Esto supone un claro beneficio tanto para la empresa como para el propio empleado.

Incentivos y resultados

Un equipo bien motivado es un elemento clave para conseguir que nuestros objetivos se cumplan de la mejor de las maneras. Con un equipo motivado conseguiremos que su permanencia en la empresa sea más larga, que las ausencias del trabajo no sean una constante y que nuestro equipo trabaje al cien por cien y se implique en los proyectos y tareas que les son asignadas. Para motivar a nuestros colaboradores, es muy importante reconocer el trabajo que realizan, recompensando y agradeciendo el trabajo realizado, haciendo que su motivación crezca y que se sientas una parte importante de la estructura. Por otro lado es muy importante el clima laboral, es por ello que no está de más hacer actividades o incentivar con beneficios no económicos, como culturales o educacionales, que hagan que se perciba la empresa de una manera positiva.
Pese a que trabajar es la obligación de aquellos que tenemos contratados, siempre será mejor que lo hagan con una buena disposición y aportando el máximo. Las empresas cada día valoran más los aspectos relacionados con la motivación laboral, y se preocupan para que sus empleados se sientan reconocidos e interioricen la cultura de la empresa haciéndolas parte integrada de uno mismo. Evidentemente, gestionar los elementos que ayudan a que este objetivo se cumpla, no es tarea fácil. Ya que debemos aportar beneficios que realmente nuestros empleados valoren, y saber escuchar las necesidades de nuestro equipo.
Mucho más que comisiones

No negaremos lo evidente: el dinero es importante. Es lo que nos motiva a acudir cada día a nuestro lugar de trabajo, ya que nos cubre gran parte de las necesidades cotidianas. Cuando recibimos por primera vez una compensación económica por el resultado de nuestro trabajo, es evidente que nuestra motivación alcanza niveles máximos. Entendemos esa bonificación como justa recompensa a nuestro trabajo bien hecho.

El peligro está en que, una vez que ese aumento dinerario se repite, pasa a considerarse como un derecho adquirido, como un plus a añadir en nuestra nómina, perdiendo así todo su poder para motivarnos. Es más, si un día dejamos de percibirlo, se consigue el efecto contrario: sentimos que nos privan de algo que ya nos pertenecía, creando el consiguiente malestar. No se trata de que deban desaparecer las compensaciones económicas, pero no se pueden convertir en el único método empleado para motivar al personal.

Formas no económicas de motivar

Satisfación
1. Sé agradecido. Hay una tendencia generalizada a creer que el agradecimiento a un empleado queda establecido con el pago de la nómina, sin embargo el salario debe ser la justa retribución por un trabajo realizado, y no un incentivo. Sabemos perfectamente cómo decir a alguien lo que nos molesta de él, pero nos cuesta mucho más trabajo cuando se trata de dar las gracias. Prueba a enviar una nota de gratitud por su tiempo e interés a ese empleado que hizo horas extras para terminar un proyecto, o sientaté frente a él agradeciendo su esfuerzo, o ambas cosas, con franqueza. Será un reconocimiento que tardará en olvidar. Agradezcamos el trabajo con frecuencia y de forma sincera.

2. Dedica tiempo a tus trabajadores. Las personas necesitamos ser escuchadas. Tal vez éste sea uno de los comportamientos que más satisfacción nos produce: que nos escuchen… y más si se trata de nuestro propio jefe. Encuentra tiempo para reunirte con sus empleados y escucharles, será un tiempo bien invertido.

3. Proporciona feedback. Mantén la plantilla informada acerca de tu desempeño. Sé específico al ofrecer información, hasta en la peor de las situaciones, se puede sacar algo positivo. Informa al empleado de tu rendimiento, del rendimiento del departamento y del de la empresa. Permite obtener una idea clara de tu posición con respecto al resto de trabajadores y de cuáles son los objetivos a conseguir para mejorar.

4. Cuida el ambiente de trabajo. Sé amable con todo el mundo. Si tienes que recriminar a un empleado hazlo en privado, si tienes que reconocer su labor hazlo en público. Saluda a las personas por su nombre. Las normas de cortesía que sigue la empresa con los clientes externos deben hacerse extensivas también a los clientes internos, es decir, hacia los empleados.

5. Proporciona información sobre la empresa. Permite a los empleados conocer todos los productos de la empresa, no sólo aquéllos con los que tienen relación directa, y posibilita que tengan una visión de conjunto de la empresa en la que trabajan. Cuanto más conozcan la empresa más vinculados se sentirán a ella, las personas nos definimos por los grupos a los que nos sentimos vinculados y de los cuales nos sentimos orgullosos.
Para que los empleados se puedan sentir orgullosos de pertenecer a una empresa deben conocer qué características la definen dentro del mercado y la hacen distinta de las otras: ventas, premios recibidos, satisfacción de clientes, política de ascensos… Las grandes compañías conocen muy bien la importancia del sentimiento de pertenencia, al compartir los objetivos cumplidos con todos los trabajadores. Resulta agradable recibir formación acerca de cómo funciona la empresa, del papel que van a realizar en ella y de cómo su desempeño afectará a sus compañeros y al funcionamiento general de la compañía.
6. Involucra a los empleados. Cuando se adquiere el hábito de involucrar a los empleados en la toma de decisiones que les afectan directamente, se descubre que son muchos los temas en los que se puede solicitar su opinión. Desde la simplificación del proceso de elaboración de un producto, hasta una mejora introducida en el proceso que se sigue para impartir la formación. Es más probable que los empleados acepten utilizar el nuevo uniforme si han tomado parte en la decisión de su elección que si les ha sido impuesto sin contar con su aportación. La participación facilita el compromiso. En caso de discrepancia, la empresa siempre tendrá la última palabra.

7. Fomenta la autonomía. Lo más importante cuando tenemos trabajadores bajo nuestra responsabilidad no es la cantidad de poder que tenemos sobre ellos, sino cómo utilizamos ese poder. Hay que tratar de que los empleados se conviertan en colaboradores y para ello hay que darles libertad para tomar algunas decisiones. Siempre obtendrás mejores resultados de una tarea que se realiza de forma desorganizada por personas implicadas y comprometidas con ella, que de una tarea detallada y definida en cada paso realizada por personas desganadas y que no se sienten partícipes de la misma. Permite que cada empleado exprese su propia forma de ser, la confianza en los trabajadores es la base de la productividad.

Saludo cordial
8. Establece alianzas con cada trabajador. Conoce las necesidades de cada uno de tus empleados sin limitarte al aspecto económico. Prepara con cada uno una estrategia de desarrollo personal y de adquisición de nuevas habilidades dentro de la empresa. Fija metas individuales a conseguir por cada uno. Sintoniza las metas personales con las metas de la empresa, de manera que la consecución de logros de la empresa suponga una mejora en el desarrollo del empleado, y viceversa.

9. Celebra los éxitos. Toda empresa tiene unos objetivos que alcanzar y deben ser conocidos por los empleados. Todos deben tener claro en cada momento tanto la situación de la empresa con respecto a esos objetivos, como su propia situación. Puede hacerse colocando gráficos en lugares visibles, publicando informes o mediante comunicaciones personales, lo importante es que la información esté al alcance de todos. Cada vez que se alcanza una meta hay que celebrarlo, darle valor, porque cuanto más ambicioso sea el objetivo alcanzado más importante deberá ser su celebración. Recompensar el esfuerzo es uno de los sistemas motivadores más directos que existen.

10. Utiliza el desempeño. Cuando evalues a tus empleados hazlo centrándote en el desempeño. Asegúrate de que todos saben cuáles son los criterios que se van a seguir al evaluarles. Proporciona a cada trabajador por escrito lo que la empresa espera de él. Explica todo lo que no quede claro y obtendrás su compromiso esforzándose por cumplir esos objetivos. Asegúrate de plantear logros medibles, tendrá un poderoso argumento si, al realizar la evaluación de su desempeño, tiene que comunicarle unos pobres resultados. El trabajador no se sentirá engañado si sabía de antemano lo que se esperaba de él, y si ha cumplido las expectativas, recompensa el trabajo realizado y fijale nuevos objetivos alcanzables.

Estos son algunos métodos prácticos y sencillos para aumentar la motivación de la plantilla. De nosotros depende llevarlos a la práctica y mejorar tanto el ambiente de trabajo como el rendimiento de nuestros empleados.

El trabajo más productivo es el que sale de las manos de una persona contenta.